El cloro es un elemento de la tabla periódica, en concreto el de número atómico 17 y con símbolo «Cl». Como todos sabemos se usa para desinfectar el agua, en dosis menores para el agua potable y en bastante mayores para las piscinas.
El cloro es sumamente tóxico, pero en su uso habitual está muy controlado ya que se distribuye en pequeñas dosis que no entrañan un grave peligro para los humanos, aunque como ante cualquier tóxico tenemos que tomar una serie de precauciones. Y en el caso que nos ocupa – la vista – todavía más.
El cloro de las piscinas puede provocarnos irritaciones más o menos severas en función del grado de exposición. Un grupo de especial riesgo son los niños, en primer lugar por ser más sensibles y en segundo porque suelen estar mucho más tiempo en el agua que los adultos, lo que aumenta los tiempos de exposición.
A continuación, se listan una serie de sencillos consejos a seguir para evitar los problemas oculares derivados del cloro de la piscina:
- Comprobar que la piscina reúne las condiciones higiénicas necesarias.
- Utilizar preferentemente gafas de natación, especialmente los niños y especialmente en baños prolongados.
- Evitar en general cualquier baño prolongado en exceso.
- Tratar de evitar abrir los ojos bajo el agua.
- No compartir toalla.
Siguiendo estos sencillos pasos evitaremos las molestas irritaciones oculares tan comunes en verano. Y como decimos siempre, ante cualquier eventualidad, siempre es mejor consultar con un médico especialista.