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Anisocoria: pupilas de distinto tamaño

La anisocoria es la asimetría del tamaño de las pupilas, es decir, un distinto grado de dilatación entre ellas. Esta asimetría puede darse por un proceso anormal y unilateral de miosis (contracción pupilar) o midriasis (dilatación pupilar).

Anasicoria

No se trata de una enfermedad en sí misma, ya que la presenta entre un 10% y un 20% de la población y en la mayor parte de los casos se considera fisiológica o normal. Hasta 0.5 mm de diferencia entre el diámetro de las dos pupilas, no debe preocuparnos.

Sin embargo, hay distintas patologías que pueden presentar este síntoma: enfermedades vasculares, tumorales, infecciosas u otras como el glaucoma. Los antecedentes, la historia clínica y el diagnóstico físico nos ayudarán a identificar una u otra causa. 

Puede estar causada por una anormalidad en el tercer nervio craneal, que viene desde el cerebro al ojo y controla la posición del párpado, el movimiento del ojo y el tamaño de la pupila. En este caso, habitualmente irá acompañada de ptosis (parpado caído) y algún tipo de alteración en el movimiento del ojo. Puede ser también un indicador del Síndrome de Horner, del que hablamos recientemente en este post y que si aparece durante el primer año de vida puede provocar una diferencia en el color de los ojos.

Anasicoria

La anisocoria en la infancia puede ser de origen hereditario, sobre todo si hay otro miembro de la familia afectado. Si tenemos un bebé con una anisocoria, debemos asegurarnos de que es anisocoria esencial (no es superior a 0.5 mm) para descartar cualquier tipo de patología que deba ser atendida. En cualquier caso, delante de un bebé con una anisocoria notable hay que acudir al un especialista en oftalmología pediátrica.

Si necesitas asesoramiento o quieres pedir cita para una consulta al respecto, no dudes en ponerte en contacto con nosotros.

Comportamiento visual de un niño

Hace unas semanas publicábamos las principales señales de alerta para detectar posibles trastornos oculares o patologías en los niños.

Es muy importante que observemos los comportamientos oculares de los niños para tratar de detectar con celeridad posibles patologías para tratarlas a tiempo y que no se creen vicios adquiridos. Una buena salud ocular en la infancia es vital para el desarrollo del niño y para la buena visión en la edad adulta.

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¿Ve tu hijo con normalidad?

Veamos pues cuales son los comportamientos visuales más comunes en un niño menor de un año en función de sus meses de vida:

  • A las 6 semanas: reacciona ante expresiones faciales.
  • A los 2-3 meses: reacciona ante el movimiento y es capaz de seguir un objeto que brille con la mirada.
  • A los 3 meses: es capaz de seguir las actividades que se desarrollan en su entorno.
  • A los 4 meses: se mira su propia mano con frecuencia.
  • A los 5 meses: sonríe viendo su propia imagen reflejada en un espejo.
  • A los 6 meses: persigue con la mirada objetos pequeños móviles.
  • A los 7 meses: cuando se ve reflejado en el espejo, intenta tocarse a sí mismo.
  • A los 9 meses: hace movimientos importantes solamente para buscar un objeto con la mirada.
  • A los 12 meses: busca insistentemente objetos que desaparecen de su campo de visión.

Es evidente que este patrón es solamente una guía y cada niño puede presentar comportamientos visuales diferentes, pero sí es una buena manera para saber si un niño va cumpliendo etapas visuales con normalidad.

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El reto del espejo.

Si crees que tu hijo va por detrás de estas etapas o no adquiere alguna de las competencias aquí reseñadas, consulta con un profesional que te asesore.

En la Clínica Carreras Candi estaremos encantado de ayudaros. ¡Preguntadnos cómo!

Oftalmología Pediátrica

El Centro cuenta con la tecnología más avanzada para la exploración exhaustiva de la agudeza visual, desde la más temprana edad.
Así mismo, se encuentra equipado con los últimos adelantos para la búsqueda de posibles alteraciones visuales, tanto congénitas como adquiridas.

niños oftalmologíaPara el tratamiento del estrabismo, consideramos fundamental, recuperar, primeramente, la visión binocular del niño mediante ejercicios de pleóptica y ortóptica.
Con la cirugía corregimos la desviación de la mirada que caracteriza al niño estrábico, consiguiendo el paralelismo de ambos ojos. Todo ello, prestando la mayor tolerancia y afecto que el paciente infantil se merece.