El globo ocular está recubierto de un tejido llamado conjuntiva. Éste es casi transparente, salvo por algunos vasos sanguíneos visibles. Cuando el ojo sufre una agresión, como la penetración de partículas de polvo, humo o el efecto del cloro de la piscina, esos vasos se dilatan porque la conjuntiva incrementa su flujo sanguíneo como respuesta defensiva. Eso provoca el efecto al que denominamos de forma común «ojos rojos«.
Durante los últimos años se ha popularizado el uso de colirios vasoconstrictores para blanquear el ojo ante esta situación. Sin embargo, debemos tener en cuenta que estos productos tienen un efecto sólo estético, ya que la causa que ha provocado esa reacción sigue estando ahí.
El uso de estos colirios no debería tener mayores consecuencias con un uso puntual, pero usándolos con frecuencia el ojo puede acostumbrarse a ellos y reaccionar mandando más señales químicas para dilatar los vasos sanguíneos, con lo que en realidad estaríamos agravando el problema.
Por ello, consideramos que lo más importante ante una reacción de ojos rojos es detectar la causa que la ha provocado. Si el problema es que tenemos los ojos secos, deberemos usar lágrimas artificiales. En el caso de las conjuntivitis, recurriremos a un fármaco antialérgico o antibiótico en función de su origen. Para la blefaritis, un jabón para los párpados.
De este modo estaremos tratando el problema de raíz aunque, eso sí, requiera de un tratamiento más mantenido en el tiempo y sin un resultado estético inmediato. Si tienes los ojos rojos con frecuencia y no has identificado la causa, ponte en contacto con nosotros y te asesoraremos.